miércoles, 23 de febrero de 2011

CÓMO UN HOMBRE QUE LLAMA "RATAS" A CENTENARES DE MUERTOS, PUEDE GOBERNAR UN PAÍS
Las aspiraciones democráticas del mundo árabe no son otra cosa que sinónimo de DERECHOS HUMANOS. Ya está bien de alimentar los deseos malvados y corruptos, y las ideas descabelladas de un hombre que manda por la gracia de la fuerza y la violencia. Por otro lado, ¿quién puede ser seguidor de estas causas? Pues haberlos haylos , porque un hombre solo no puede ante la rebelión de un pueblo. Y ¿qué puede hacer el resto del mundo? ¿por qué no reacciona la Comunidad Internacional, que se reconoce dentro de una civilización con sentido común?


Somos personas inteligentes, ese mundo salvaje del Neolítico lo hemos dejado atrás. Hemos conseguido un bienestar social que nos permite vivir dentro de un orden y con cordura, pero hay rincones del mundo que se han quedado atrás y se restriegan en la mayor miseria del ser humano, la mierda del odio, del poder y la ambición. Todo sería mucho más fácil y más alejado del dolor si un ápice de bondad circulara por las mentes retorcidas de estos autoritarios que masacran a sus propios hermanos. La historia se repite, Caín y Abel siguen circulando fuera de la Biblia en el siglo XXI.


¿Quién es Gadafi para ejecutar a un hombre, y menos aún para justificar un genocidio?


En todo caso el momento es dramático para este pueblo. Los acontecimientos que últimamente se suceden en los distintos países ponen de manifiesto que el mundo está revuelto y el final de este remolino no es preludio de nada bueno.

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